Bettencourt fue la heredera y después mayor accionista de L’Oréal y una de las mayores accionistas individuales de la multinacional Nestlé, siendo éstas sus principales fuentes de ingreso. Además a Bettencourt no se le conocía sólo por su fortuna, también tenía una habilidad innata para dar de qué hablar a la prensa francesa y europea, a pesar de haberse mantenido bajo discreción durante toda su vida y sólo haber ofrecido una entrevista en sus últimos cuarenta años de vida.
La vida de una privilegiada
Liliane Henriette Charlotte Schueller nació en París, el 21 de octubre de 1922, y formó un estrecho vínculo con su padre después de que su madre muriera cuando ella apenas tenía cinco años. Es la única hija del fundador de L’Oréal, Eugène Schueller, quien construyó un imperio a partir de un tinte para el cabello que desarrolló en 1907 y que llamó Aureale. Eugène, hijo de un Boulanger (panadero), era un estudiante de ciencia brillante que se vio obligado a trabajar cuando su familia (acomodada) estaba pasando por una difícil situación económica. Su ingenio en las ventas lo hizo juntar el dinero suficiente para aportar a la casa y además para culminar su carrera universitaria.
La infacia de Liliane se desarrolló feliz y llena de lujos, luego a la edad de 15 años comenzó a participar activamente en la compañía con su trabajo como etiquetadora en una planta de L’Oréal ubicada en Aulnay. Lamentablemente su trabajo se vio interrumpido al contraer tuberculosis y viajar a Suiza para tratar y curar la enfermedad.
Durante la ocupación Nazi de Francia, su padre, Schueller, fundó el Movimiento Revolucionario Social o MSR (Movimiento Social Revolucionario), creado con la aprobación de los alemanes y opuesto al capitalismo, el bolchevismo, el judaísmo y la masonería. Fue a través de esta organización que él y su hija conocieron a André Bettencourt, el primogénito de una familia católica burguesa de Normandía que escribía para la revista antisemita La Terre Française (La Tierra Francesa), un órgano de propaganda alemana bajo el triple mandato de Joseph Goebbels, la Wehrmacht y la Gestapo.
Alrededor de 1944, el año del desembarco aliado en Normandía, Bettencourt tuvo un cambio de pensamiento y se unió a la resistencia. Después de la guerra, Eugène Schueller enfrentó un juicio por haber sido colaborador nazi y Bettencourt, que iba a casarse con Liliane en 1950 y que había sido galardonado por habérsele volteado al Tercer Reich, trató de ayudarlo atestiguando (falsamente) que Schueller había apoyado en secreto a la resistencia y le salvó la vida de varios judíos.
La cabecilla del imperio L’Oréal
Liliane no quería lidiar con todo lo que significaba manejar la empresa por su cuenta sin ayuda de nadie
En 1957, cuando su padre murió, Liliane heredó la fortuna de L’Oréal e inmediatamente contrató a François Dalle, amigo intimo de su padre, para que la acompañara en el cargo de Director y Presidente General de L’Oréal, ya que realmente no quería lidiar con todo lo que significaba manejar estos cargos por su cuenta sin ayuda de nadie.
En 1963, la compañía cotizó en la bolsa de valores por primera vez, aunque ella continuó poseyendo la participación mayoritaria dentro de la misma. Durante la primera etapa de la presidencia de Dalle, L’Oréal, por decisión de Liliane, realizó un movimiento arriesgado pero acertado al comprar la compañía Garnier.
Liliane había conservado todas las acciones de L’Oréal hasta que en 1974, por temor de que la empresa fuera nacionalizada después de la victoria de Mitterrand en las elecciones francesas, intercambió casi la mitad de su apuesta por una participación del 4% en Nestlé SA.
François Dalle presidió la compañía durante 30 años y sus sucesores fueron también designados por Bettencourt. Durante el final de la década de los ochenta, Liliane, preocupada por la inferioridad de L’Oréal ante la multinacional Nestlé, autorizó la compra estratégica de varias empresas como: Maybelline, Urban Decay, Nyx Cosmetics y The Body Shop. Gracias a estas adquisiciones, L’Oréal dobló el valor de Nestlé durante la década de los noventa.
A partir del 31 de diciembre 2012, Bettencourt poseería 30.5% de las acciones en circulación de L’Oréal. El resto se dividió de la siguiente manera: el 29.78% para a Nestlé SA, el 37.76% para la comercialización en bolsa (acciones públicas), y el resto se mantuvo como acciones de tesorería para el plan de ahorro de la empresa.
Actualmente la familia Bettencourt y Nestlé actúan en virtud de un acuerdo comercial entre accionistas para el manejo de L’Oréal, de la cual Liliane fue presidenta de la junta directiva hasta el 13 de febrero de 2012, luego el cargo fue asumido por su nieto, Jean-Victor Meyers. La hija de Liliane, Françoise y su marido, Jean-Pierre Meyers, son miembros del Consejo de Administración.
La controversia
Bettencourt tenía la intención de pasar los últimos años de su privilegiada vida en paz, revoloteando entre sus casas de lujo: una mansión suntuosa en el suburbio de Neuilly-sur-Seine, el más chic de París; una propiedad igualmente lujosa construida por su padre en 1920 con vistas a la costa de Bretaña; y una casa en la isla de Seychelles. Además, había dispuesto que su única hija, Françoise, heredara la mayor parte de su inmensa fortuna, como dicta la ley francesa. Pero su tranquilidad fue perturbada por una serie de conflictos y el degeneramiento de su salud.
Entre las adquisiciones personales más impresionantes de Liliane se encontraba la Isla D’Arros en el Océano Índico, la cual compró en 1997 por 18 millones de dólares al gobierno de la isla. Cuando ésto salió a la luz en 2010, se convirtió en un verdadero escándalo. Asediada por la crítica constante, Bettencourt vendió la isla a la compañía Chelonia Ltd., que guarda vínculos con la Fundación Save Our Seas, por 60 millones de dólares y 10,5 millones en impuestos.
Pero el verdadero drama final de la vida de Liliane comenzó cuando conoció al fotógrafo François-Marie Banier de quien se hizo amiga y, posteriormente, benefactora y al que le había otorgado ostentosos regalos, dinero en efectivo y pólizas de seguro que suman un valor total de mil trescientos millones de euros, lo que le trajo a Liliane querellas con su propia familia, particularmente con su hija, quien tildó a Banier de vividor. En diciembre de 2007, un mes después de la muerte de su padre André, Françoise Bettencourt Meyers presentó una denuncia penal contra François-Marie Banier, acusándolo de explotación de la debilidad física y psicológica de su madre para beneficio personal y exigió una declaración legal sobre la incapacidad de su madre. Acusación a la que su madre respondió: «…comprendo que una hija esté celosa de su madre. Yo estaba celosa de mi padre y de las mujeres que había a su alrededor».
A los ochenta, Bettencourt comenzó a padecer una grave sordera, sin embargo esto no fue obstáculo para que el tribunal la declarara en plenas facultades mentales.
Luego de una breve reconciliación, la controversia entre madre e hija continuaría, esta vez por otro hombre, el abogado de Liliane, Pascal Wilhelm. Nuevamente madre e hija se encontraban en tribunales por las mismas razones, pero en esta ocasión a Liliane sí se le declaró incapaz y se le asignó un tutor, su nieto, ya que fue diagnosticada con Alzheimer moderado. Esta decisión había hecho rabiar tanto a Liliane que amenazó con irse de Francia ya que «depender de su familia sería el peor castigo, una pesadilla».
Otro escándalo, esta vez político, atacaría la vida de Liliane, ya que investigadores comenzaron a revelar que hizo una donación ilegal, de aproximadamente 150.000 euros, a la campaña de Nicolas Sarkozy para la presidencia en 2007, a través del consejero de Empleo, Eric Woerth, también Ministro de Trabajo y Hacienda
Un último escandalo que salió a relucir, a través de una serie de grabaciones privadas de reuniones importantes, y que se convirtieron en asunto de Estado fue: la revelación de cuentas ocultas en Suiza. Este asunto cerraría en 2011, cuando Liliane fue obligada a pagar 108 millones de euros por evasión fiscal.
A pesar de todo, Liliane siempre permaneció callada ante este tipo de controversias, incluso cuando en 2004 Mónica Waitzfelder acusó a L’Oréal de poseer bienes robados por haber adquirido una casa de su familia judía después de que ésta fuera detenida ilegalmente durante la Segunda Gran Guerra.
Sin duda ha sido la inmensa riqueza lo que ha permitido a Los Bettencourt pasar por alto los aspectos más sospechosos de su historia familiar, incluyendo folletos antisemitas y simpatías con los nazis.
¿Una figura oscura o una filántropo?
En 2007, a Liliane Bettencourt se le otorgó el Black Planet Award, un premio sarcástico dado por Ethecon Foundation a las personas (más que todo empresarios) que ellos consideran culpables de contaminar el planeta a través de la emisión de químicos tóxicos, monopolizando los recursos hídricos y promoviendo el trabajo infantil, muchas de las cosas que precisamente se le atribuyen a Nestlé y a L’Oréal. Y, además de eso, en el año 2008 perdió veintidós millones de euros en el Esquema Ponzi del inversor estadounidense Bernard Madoff.
Liliane, junto con su esposo e hija, crearon la Fundación Bettencourt-Schuelle
Pero al igual que muchos de los grandes magnates de la historia, Liliane tuvo cierta inclinación por la filantropía. En 1987, Liliane, junto con su esposo e hija, crearon la Fundación Bettencourt-Schueller para apoyar el desarrollo de proyectos médicos, culturales y humanitarios. La Fundación tiene su sede en Neuilly-sur-Seine, Francia. Se beneficia de activos valorados en 150 millones de euros y de un presupuesto anual de aproximadamente 15 millones de euros. Dedica aproximadamente el 55% de sus fondos a la educación científica y a la investigación, el 33% a proyectos humanitarios y sociales y el 12% a la cultura y las artes. Además, patrocina varios premios, entre ellos el ͞Premio Anual Liliane Bettencourt para las Ciencias de la Vida͟, valorado en 250 mil euros y que se entrega a investigadores biomédicos menores de 45 años como incentivo para la continuación de sus labores.
En 2017, Bettencourt fue oficialmente declarada como la mujer más rica del mundo según Forbes con una fortuna total de 44.000 millones de dólares.
El 21 de septiembre, un mes exacto antes de su cumpleaños número 95, muere Liliane Bettencourt, en la tranquilidad de su habitación, dejando detrás una estela de poder, belleza y controversia.
Frases célebres de Liliane Bettencourt
- Él (Eugène Schueller) me dejó una educación rigurosa, me inculcó el gusto por la vida y el sentido del esfuerzo. Aunque sólo sea por eso, lo bendigo. ͞
- Soy muy consciente de haber regalado una parte de mi fortuna. Tengo los medios para ser libre de mis actos, todo lo que he regalado lo he hecho voluntariamente.
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Foto de portada vía Women Fitness
Con información de: The Guardian | BonRich | El Tiempo | Wikipedia | El mundo