Es de humanos equivocarse y auto castigarse por lo mismo. Pasamos gran parte de nuestra vida preocupándonos por pequeñeces que pueden ser solucionadas, y otra parte de nuestro tiempo lo invertimos creyendo que algunas metas son demasiado «grandes» como para poder alcanzarlas, por la misma razón de que somos simples mortales. Por suerte, en toda esta aventura que llamamos vida, también pasamos una porción de ese tiempo conociendo esos casos maravillosos que identificamos como «milagros» y que nos hacen querer luchar por lo que queremos.
Si no sabías de ella, hoy en Tentulogo participaremos en ese momento de tu vida donde empiezas a creer que puedes alcanzar tus objetivos presentándote a este milagro vestido de mujer llamado Helen Keller, quien a temprana edad presentó una enfermedad que la dejó sordamuda y ciega, pero que luego desempeñó toda una trayectoria que es digna de admirar y contemplar: la historia de su vida.
Historia de Helen: una enfermedad que cambiaría su vida
Su nombre completo es Helen Adams Keller, nacida el 27 de junio de 1880 en Tuscumbia, Alabama, Estados Unidos, e hija de Arthur H. Keller y Kate Adams. Sus padres tenían una granja y su padre había sido propietario del periódico Tuscumbia North Alabamian. Era una familia con comodidades y una buena situación económica, sin embargo se vieron envueltos en una mala racha a causa de la derrota de la Confederación, por lo que vivieron de una manera más humilde a partir de ese momento. Entre sus antepasados habían varios soldados de guerras y algunos nombres famosos, como por ejemplo Casper Keller, originalmente suizo y propietario de grandes tierras en Alabama, y otro antepasado que fue el primer maestro para sordos en Zúrich -¿casualidad? No lo creemos-.
Su madre contaba que Helen era una niña muy inteligente desde que era bebé. Nació con perfecta salud, a los 7 meses ya decía algunas palabras con claridad y había aprendido a caminar antes de cumplir el primer año de edad. Su visión era precisa, justo como debe ser la de un persona que apenas está iniciando su vida. Entre las primeras palabras que decía «agua» era su favorita, de hecho, esta misma palabra se quedó en la memoria de Helen luego de haber sufrido la enfermedad que le cambiaría la vida. A los 19 meses de edad, la pequeña Helen comenzó a presentar síntomas de una enfermedad que en su época definirían como congestión cerebro-estomacal, pero de acuerdo a médicos en la actualidad, todo apuntaba a ser sarampión, escalatina o meningitis.
El médico de cabecera de Helen pensaba que ella llegaría a morir por lo mal que estaba su salud, pero el primer milagro ocurrió y la fiebre comenzó a bajar. Luego de esto, Helen perdió completamente su visión y audición. Esto resultó ser una tormenta para la familia Keller, quienes además de tener que lidiar con la noticia de que su hija pequeña iba a tener muchas dificultades para vivir una vida normal, también tuvieron que aprender a llenarse de paciencia para ayudar a Helen, quien se mostró con un fuerte carácter al presentar la enfermedad, sufriendo incluso ataques de ira por verse distinta a los demás y no poder comunicarse con sus padres.
Anne Sullivan: el complemento de Helen
Helen estuvo en su granja disfrutando de largas caminatas por los alrededores y encontrando la manera de comunicarse con su familia, sola, sin ningún tipo de educación. Sus padres contaron que a los 7 años de edad, Helen ya había inventado alrededor de 60 señas y gestos de comunicación. Sin embargo, lo más prudente era buscar ayuda, sobre todo en una época donde había muchísima desinformación sobre el tema. En 1886 Helen viaja con su padre a Baltimore para verse con el otorrinolaringólogo J. Julian Chisolm, quien luego de observarla los redirigió a Alexander Graham Bell, un especialista en niños sordos en la ciudad de Washington. Es aquí donde Helen conoce a una pieza fundamental en su vida: Anne Sullivan, una joven de 20 años con discapacidad visual que había visto clases en el Instituto Perkins para Ciegos. El director de esta entidad solicitó a Anne para ser la instructora de la pequeña Helen.
Anne Sullivan llega a la casa de los Keller en 1887, donde comienza a darle clases a Helen, iniciando con el deletreo de palabras en su mano. Esto fue muy complicado para Helen al inicio, pues no lograba entender que existiese una sola palabra para cada objeto. Helen cuenta en su libro autobiográfico que cuando Anne trataba de enseñarle la palabra «taza», esta llegó a frustrarse tanto por no entenderla que la rompió. Sin embargo, el proceso de aprendizaje no fue tan traumático, y tan solo un mes después Helen comenzaba a comprender que existía una relación entre las palabras y los objetos. Al pasar los días empezó a deletrear frases y a comenzar a entender los verbos y sustantivos.
Para Helen algunas palabras despertaban sentimientos encontrados en ella, pues le recordaban a viejas memorias de cuando estaba sana y había visto o escuchado dicho objeto. Anne, su instructora, trataba a Helen como sus otros alumnos, sólo que en vez de hablarle, deletreaba las palabras en su mano.
Los niños comunes aprenden el lenguaje imitando las palabras que escuchan y luego, gracias a conversaciones coherentes, comienza a estimularse su inteligencia y así saben el verdadero significado de lo que están diciendo. Para un niño sordo, el proceso de aprendizaje no podía funcionar de la misma manera, debía aprender directamente lo que significaba cada palabra nueva y el sentimiento que esta producía. Anne Sullivan fue un angel para Helen en ese sentido, a quien ella define como «comprensiva, inteligente y con un tacto amable».
Luego de aprender a comunicarse, Helen estuvo en clases de lectura con los carteles que contienen las letras en relieve. Seguidamente, vinieron las clases de botánica, aritmética y zoología, todo dictado por la misma Anne. A los tres meses de su iniciación en la educación especial, ya Helen sabía leer y escribir el sistema braille y utilizar el lápiz. Siempre se mostró como una amante de la lectura y todas las noches leía libros que tuvieran este sistema baille, así que sí, gracias a la educación y a su nueva comprensión de la vida, Helen cambió su manera de ser y en vez de tener ataques de ira, era conocida como una niña muy sociable y amable. Helen era brillante, pues en poco tiempo había aprendido a leer labios al tocarlos y al percibir el movimiento de los mismos. Era de imaginarse que iba a sorprender positivamente a todos y es aquí donde poco a poco el mundo comenzó a saber sobre ella.
Años educativos y primer contacto con la izquierda
Los estudios continuaron para Helen, quien ya se sentía más cómoda en su propia piel y además, ya estudiaba en el Instituto Perkins para Ciegos donde hizo muchas amistades. A los 10 años de edad, Helen se había propuesto una nueva meta: aprender a hablar, todo esto, luego de conocer a la sordociega Ragnhild quien podía hacerlo. Este tema había sido evitado por la familia Keller por el temor de que Helen se llenara de frustración al fracasar en este difícil reto, sin embargo, nuevamente con ayuda de Sullivan y la nueva educadora, Sarah Fuller, comenzaron las lecciones de aprendizaje utilizando el método Tadoma, el cual consistía en presionar los dedos sobre la garganta del aprendiz, emitiendo enseguida un sonido, y así éste podía sentir la posición y forma. Luego de las once lecciones, Helen pudo pronunciar algunas palabras, aunque era de difícil entendimiento.
En el año 1891 se generó un incidente que hizo romper la relación de Helen con el Instituto Perkins. Todo comenzó cuando en Navidad, Helen redactó un cuento que escribió ella misma para el director Anagnos, quien quedó tan fascinado del mismo que decidió publicarlo. Luego de estar en el ojo público, se descubrió que era una copia de un libro ya existente de la escritora Margaret Canby, así que Helen fue culpada de plagio. Toda la familia Keller y Anne se sintieron muy ofendidos por las acusaciones, así que se fueron del Instituto. Luego se supo que Helen había pasado por una criptomnesia, lo cual consiste en olvidar una historia y luego creer que es inventada por ti, algo que suele sucederle a los plagiadores. Helen había leído el cuento hacía muchos años y ya lo había olvidado. Sin embargo, al pasar los años, Helen y el Instituto volvieron a establecer relaciones.
A pesar de todo, Helen era una niña con facilidades. Su familia había mejorado su situación económica y esto le permitió tener siempre la mejor educación que se pudiese ofrecer en Estados Unidos, además de que Helen tenía una voluntad inquebrantable. En 1894, Helen y Anne participaron en la apertura de una escuela para sordos en Nueva York manejada por Juan D. Wright y el Dr. Thomas Humason. Helen asistió a esta institución hasta 1986 donde estudió en la escuela de señoritas de Cambridge, Massachusetts. Sullivan estuvo a su lado en todo momento, incluso cuando cursaba sus estudios universitarios en Radcliffe College.
La Universidad fue un nuevo reto para Helen, sobre todo por el hecho de que sus clases debían ser impresas en braille y que habían muchas personas con ella, sin embargo siempre se mantuvo una atención especial. Sus estudios fueron financiados por el magnate Henry Huttleston Rogers. Esta época fue muy importante para Helen, pues mientras estudiaba se despertaron en ella sus primeros pensamientos de izquierda. En la época, el mayor porcentaje de ciegos estaban ubicados en estratos bajos debido a que no eran capacitados y por lo tanto no les ofrecían trabajo, cosa que despertó una necesidad de ayuda en Helen. Entre sus causas, Helen apoyó al movimiento feminista Emmeline Pankhurst. El padre de Helen se consideró sudista hasta el día de su muerte, alegando que los negros no eran personas, pero Helen siempre se mostró en contra de la esclavitud y de estos pensamientos retrógrados.
Mientras era estudiante, Helen Keller comenzó a escribir de manera profesional, donde redactaría su primera obra famosa: «La historia de mi». Esta fue publicada en 1903, ganándose las alabanzas de muchos críticos importantes de la época y popularizándose hasta el punto que fue traducida en 50 idiomas.
Helen se gradúa en 1904 con todos los honores, y así se convirtió en la primera persona sordociega en obtener un título de grado. Este mismo año Anne se casa con John Macy, con quien compartía una misma ideología. En 1905 Helen se inscribe en el Partido Socialista, lo cual fue muy mal visto en Estados Unidos y la convirtió en objeto de burlas, pues los periódicos amarillistas hacían publicaciones alegando que Helen no podía tener un punto de vista objetivo ante la política sólo por tener una discapacidad.
Entrada al Partido Socialista
Keller, su esposo y su maestra Sullivan, se trasladaron a Forest Hills donde escribiría otros libros: Canción del muro de piedra, Fuera de la oscuridad y El mundo en el que vivo. En esta época tenía una estrecha relación amistosa con el filósofo Wilhelm Jerusalem.
En 1912 Helen se incorpora en el Industrial Workers of The World redactando hasta 1918. En este tiempo, John y Anne se separan de manera formal en 1914, mientras que Helen inició una relación con el secretario Peter Fagan, quien ayudó a Helen cuando Anne y su otra ayudante estaban de vacaciones. Peter le pidió matrimonio a Keller, pero esto fue rechazado ante los ojos de la familia porque en la época no estaba bien visto que una persona con discapacidad contrajera matrimonio.
Keller manifestó su descontento ante el ingreso de Estados Unidos en el conflicto bélico durante la Primera Guerra Mundial, así que cofundó la organización Helen Keller Intenational, la cual tenía como objetivo dedicarse a la visión y la salud en general. Helen también se mostró a favor de la Revolución Rusa en 1917 y posteriormente participó en la creación de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles. Helen Keller era una socialista consolidada, quien encontró en Profess and Poverty, lectura de Henry George, una belleza y un poder de inspiración, bajo sus propias palabras.
Defensora de las personas con discapacidades
Era una época muy difícil para las personas que tenían alguna discapacidad, más aún para aquellas como Helen que tenían varias, así que ella decidió adoptar una posición de derechos para sus iguales. También era una época complicada para tocar temas considerados tabú aún hoy en día, como es la prostitución, las enfermedades venéreas como la sífilis y también la homosexualidad; así que ella hablaba sobre estos tópicos siempre con un aire muy pacífico. En medio de esta lucha, Helen consiguó tener una voz, incluso conoció personalmente a todos los presidentes en Estados Unidos, desde Grover Cleveland hasta John Kennedy.
Como es de esperarse, muchos de los que apoyaron y dijeron cosas amables de Helen en su primer surgimiento, se dedicaron a tratar de desprestigiarla, haciendo énfasis en que no podía pensar sabiamente «por sus incapacidades». Helen, siempre sabiendo elegir las palabras adecuadas, redactó esta carta que sería publicada posteriormente:
«En ese tiempo sus cumplidos hacia mi eran tan generosos que me sonrojo al recordarlos. Pero ahora que apoyo al socialismo me recuerda a mí y al público que soy ciega y sorda y especialmente responsable de errar. Debo haberme empequeñecido en inteligencia desde que lo conocí… ¡Oh, ridículo Brooklyn Eagle! Socialmente sordo y ciego, defiende un sistema intolerable, un sistema que es la causa de gran parte de la ceguera y sordera física que nosotros tratamos de prevenir.»
Como su pasión seguía siendo el querer ayudar a las minorías, Helen se unió a la lucha constante contra el racismo en su país de origen, Estados Unidos, donde se unió a múltiples organizaciones como la National Association for the Advancement of Colored People.
De la vida real a la pantalla grande
Keller tuvo que utilizar distintos métodos de comunicación para poder transmitirle al director nada más y nada menos que la historia de su vida bajo sus propias palabras.
Era de suponerse que una vida tan fantástica iba a llamar la atención de varios cineastas. El primero que propuso realizar un documental sobre ella fue Francis Trevlyan Miller, y posteriormente se grabaría en el estudio Brunton, con el director George Foster Platt. Keller tuvo que utilizar distintos métodos de comunicación para poder transmitirle al director nada más y nada menos que la historia de su vida bajo sus propias palabras. La película se llamó Deliverance, se estrenó en 1919 y fue totalmente muda.
A principios de los años 20s, Helen comienza a realizar diversos viajes por Estados Unidos para hablar sobre su inclinación política, siempre al lado de Sullivan, hasta que en 1924 se retira momentáneamente para dedicarse de lleno a la ayuda de personas con discapacidad visual como ella, cosa que coincidía con su ingreso a la Fundación Americana para Ciegos. En ese entonces, las personas que sufrían de ceguera no eran educadas y los mandaban a asilos, lo cual es considerado totalmente una violación de derechos humanos, y es por eso que Helen dedica ese momento de su vida a dar clases para luchar por los intereses de estas personas. En 1932 Helen trasciende fronteras y es nombrada vicepresidenta del Real Instituto para Ciegos del Reino Unido.
Muerte de Anne Sullivan
«Ofrezco una súplica temblorosa al Señor, porque si ella se va, voy a quedar realmente ciega y sorda». Estas fueron las palabras citadas por Helen Keller, luego de que tras un periodo en coma, su compañera por 49 años, Anne Sullivan, falleciera en 1936. Luego de este tiempo, Helen se dedicó a tener dos caninos para ocupar, en lo que se pudiera, el lugar inmenso que había dejado Anne en su vida, una mujer que lo dio todo por ella.
Entre 1946 y 1957, Helen siguió dando la vuelta al mundo haciendo visitas para motivar a los ciegos, siempre se mantuvo muy activa en esto. Exactamente en 1948, después de haber visitado 35 países, se dirigió a Hiroshima y Nagasaki luego del terrible suceso con bombas atómicas. Hubo muchas víctimas que quedaron en las mismas condiciones que Helen tras ese incidente, así que la recibieron de manera muy cálida.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, Keller también visitaría a los soldados que habían perdido la vista y el sentido de la audición luego de estos sucesos para contar su historia y dar ánimo. Cuando ella llegaba, la calma entraba con ella, era como un antídoto perfecto a esas cosas terribles que estaban sucediendo en el mundo.
Era momento de rendirle tributo a Sullivan, así fuese redactando algo de sus memorias, así que junto a Nella.
Henney, Helen empieza a escribir la historia de su vida. También durante ese tiempo, específicamente en 1954, participa en el documental Helen Keller in Her Story, un pequeño pedazo de su vida dirigido por Nancy Hamilton que obtiene un Óscar como el mejor documental largo.
Estuvo ayudando en lo que pudo, hasta que en 1961, Helen sufre una secuencia de derrames cerebrales que la incapacitaron también en sus piernas, estando ahora en silla de ruedas. En 1964 recibe la Medalla Presidencial de la Libertad, aún cuando no puede buscarla por su salud, y en 1965 es incluida en el National Women’s Hall of Fame.
Finalmente, su asombrosa vida acaba a los 87 años de edad: tras sufrir una taque cardíaco, Helen cierra sus ojos el 1 de junio de 1968 en su residencia de Easton, en Connecticut. Fue cremada y sus cenizas se depositaron en la Catedral Nacional de Washington, junto a su amiga Sullivan. En uno de sus últimos escritos más memorables, redactado justo días antes de morir, citó: «En estos oscuros y silenciosos años, Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito que no conozco, pero un día lo entenderé y entonces estaré satisfecha».
Helen Keller: un ser humano extraordinario que vino para cumplir una misión
Su primera obra literaria llamada La historia de mi vida es considerada una de las autobiografías más significativas de los últimos tiempos, tanto así que en la actualidad forma parte de la literatura obligatoria en la mayoría de las escuelas en Estados Unidos. Publicó 14 libros y casi 500 artículos.
Uno de los problemas a los que se enfrentó Helen en vida se originaron a partir de su pasión por ser escritora, pero gracias a la falta de interés del público, pues solo estaban interesados en leer historias relacionadas a la superación de sus discapacidades. Era como si hubiese estado estancada únicamente en sus limitaciones, donde no se le daba la oportunidad para tocar otros temas como su inclinación socialista y su lucha contra el maltrato y discriminación al otro tipo de personas marginadas.
Helen Keller no hizo lo que hizo ni alcanzó lo que alcanzó por lástima de las personas, de hecho, su historia más bien demostró cómo una sociedad intentó separarla de sus convicciones sólo por no ser igual al resto ¡y vaya que tenían razón! Porque Helen no era una más del montón, como ella misma lo dijo antes de morir: llegó al mundo con la capacidad de ver, escuchar y hablar, pero luego su propósito cambió, y pudo sentir en su mismo cuerpo el extremo de cada cosa: ver y no ver absolutamente nada, y sacar de esto un partido para poder compartir al mundo su historia y la esperanza de que cada individualidad de los seres humanos, vengan del tamaño que vengan, color, orientación sexual, creencias, esté «completo» físicamente o no, los hace seres únicos e importantes. Cada vida importa, y Helen tomó ese ideal para vivir la suya sirviéndole a una hermosa causa.
Antes de ella habían representantes de las personas con discapacidades, pero nunca nadie hizo tanto como Helen Keller. Desde pequeña demostró que lo que le pasó a tan corta edad sirvió para despertar en ella una virtud que habita en todos los seres humanos, pero que sólo se desarrolla en totalidad en raras ocasiones: la paciencia y el esmero, el real, el continuo, no ese que dura un par de horas y luego se desvanece.
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Foto de cabecera: vía Wikimedia.org.
Con información de: Wikipedia | Helen Keller | Incluyeme.