Louis Vuitton no sería lo que es hoy sin hablar de su fundador, un refinado hombre de negocios con muy buen gusto que puso los cimientos de un imperio de la moda que no sólo ha sobrevivido hasta el día de hoy, sino que sigue marcando la tendencia en lo que se está llevando en la industria del fashion. Conozcamos más datos interesantes sobre Louis Vuitton a continuación:
Louis, el maletero de los aristócratas
El diseñador y empresario Louis Vuitton nació el 4 de agosto de 1821, en Anchay, una pequeña aldea en la región montañosa de Jura (este de Francia). Descendiente de una familia de clase trabajadora establecida allí desde hacía mucho tiempo, los antepasados de Vuitton eran carpinteros, agricultores y modistos. Su padre, Xavier Vuitton, era un granjero, y su madre, Coronne Gaillard, era molinera.
Coronne falleció cuando Louis tenía sólo diez años, y su padre pronto se volvió a casar con otra mujer. Como cuentan las leyendas, la nueva madrastra de Vuitton era tan severa y perversa como cualquier villano de cuento de hadas, por lo que Louis se volvió un niño testarudo y obstinado.
Hostigado y aburrido por la vida provincial en Anchay, Louis decidió huir a la bulliciosa París en la primavera de 1835, tan sólo tenía trece años de edad. Viajó durante más de dos años, tomando trabajos extraños para alimentarse a lo largo del camino y quedándose dondequiera que pudiera encontrar refugio, mientras hacía la larga caminata de doscientas noventa y dos millas desde su natal Anchay hasta París.
Llegó en 1837, habiendo cumplido recientemente la edad de 16 años. Lo primero que le pareció curioso fue que la capital estaba convulsa en medio de una revolución industrial que había producido tremendos contrastes: imponente grandeza y pobreza, rápido crecimiento y epidemias devastadoras…
El adolescente Vuitton fue admitido como aprendiz en el taller de un exitoso fabricante de embalajes llamado Monsieur Marechal. En la Europa del siglo XIX, la fabricación de maletas era un arte muy respetable y mayoritariamente urbano, por eso Louis tuvo el cuidado de aprender todo lo que pudiera. Tardó sólo unos años en hacerse una buena reputación entre la burguesía parisina como uno de los mejores practicantes del oficio.
El 2 de diciembre de 1851, dieciséis años después de que Vuitton llegara a París, Luis Napoleón Bonaparte realizó un golpe de Estado que lo llevó a ser el primer y único presidente de la Segunda República Francesa. Un año más tarde, asumió el título de emperador de los franceses bajo el nombre Napoleón III.
Curiosamente, el restablecimiento del imperio resultó en un negocio redondo para el joven Vuitton. La esposa de Napoleón III, la emperatriz consorte Eugenie, lo contrató como su fabricador de maletas personal y le encargó “embalar la ropa más hermosa de una manera exquisita”. Ella le abrió las puertas de la élite francesa y española, clientela real que buscaría sus servicios hasta el fin de su vida.
Para Vuitton, 1854 fue un año lleno de cambios. Fue en ese año que Vuitton conoció a una mujer de diecisiete años llamada Clemence-Emilie Parriaux. Se enamoraron y se casaron esa misma primavera, el 22 de abril de 1854. Pocos meses después de su matrimonio, Vuitton abandonó la tienda de Monsieur Marechal y abrió su propio taller de confección y embalaje en París.
En 1858, cuatro años después de abrir su propia tienda, Vuitton cambió el concepto del embalaje conocido hasta entonces con un diseño de maletero innovador. En lugar de cuero, utilizó un lienzo gris que era más ligero, más durable y más impermeable al agua y olores. Sin embargo, el punto clave era la forma: a diferencia de los maleteros tradicionales, que eran en forma de cúpula, los nuevos maleteros de Vuitton eran rectangulares, que los hacía más adaptables a espacios como los que había en los ferrocarriles y barcos de vapor. La mayoría de los especialistas en el tema consideran que las maletas rectangulares de Vuitton son el inicio del concepto de equipaje moderno que aún hoy utilizamos.
Las maletas tuvieron un éxito comercial prácticamente inmediato, y los avances en el transporte y la expansión de los viajes incrementaron aún más la demanda de estos. Desde entonces, la expansión de la empresa parecía indetenible, pero no siempre sería así…
En 1870, los negocios de Vuitton se interrumpieron por el estallido de la guerra franco-prusiana y el posterior cerco de París, que dio paso a una sangrienta guerra civil que destruyó el imperio francés. Cuando el asedio terminó finalmente el 28 de enero de 1871, Vuitton contabilizó cuantiosas pérdidas, un ejemplo fue su gran planta en Asnieres, la cual fue destruida por completo.
Sin embargo, mostrando el mismo espíritu obstinado que lo caracterizó desde siempre, y que lo hizo caminar casi trescientas millas con tan solo trece años de edad, Vuitton inmediatamente se dedicó a la restauración de su negocio después de la guerra. En cuestión de meses había construido una nueva tienda en la 1 Rue Scribe. Junto con la nueva dirección también vino un nuevo enfoque hacia el lujo.
Situado en el corazón de la nueva París, Rue Scribe fue el hogar del prestigioso Jockey Club y por tanto un sitio de encuentro para la alta societé francesa. En 1872, Vuitton introdujo un nuevo diseño de maleta que se destacaba por su lienzo beige y rayas rojas. El nuevo diseño, simple pero lujoso, atrajo a la nueva élite de París y marcó un nuevo inicio de lo que sería una de las marcas de alta gama más importantes del mundo.
Louis Vuitton murió el 27 de febrero de 1892, y la marca quedó en manos de su hijo, Georges Vuitton.
Georges internacionaliza el nombre de su padre
Georges Vuitton desempeñó un papel importante en la gestión del negocio familiar, abriendo la primera sucursal extranjera de la marca en Londres, en 1885. Además, inventó la cerradura de cinco tambores a prueba de robo, que proporcionó a cada cliente una combinación personal para asegurar su equipaje.
Viajando a Estados Unidos para la Exposición de Chicago de 1893, Georges se convenció de la importancia de una red de ventas en el extranjero, así que contrató a John Wanamaker para representar a Louis Vuitton en Nueva York y Filadelfia. Para mediados de la primera década del siglo XX, la compañía ya tenía distribución en Boston, Chicago, San Francisco, Bruselas, Buenos Aires, Niza, Bangkok y Montreal.
Durante la Primera Guerra Mundial, la producción se modificó a las necesidades que el conflicto creó, los simples y sólidos equipajes militares reemplazaron a los modelos delicados y lujosos. Parte de la fábrica en Asnieres produjo camillas plegables que se utilizaron en las ambulancias.
Louis Vuitton recuperó su elegante clientela un par de meses después de la guerra, pero el mundo no mejoría económicamente, de hecho, la Gran Depresión de 1929 haría que la marca tuviera que reinventarse para poder sobrevivir.
La segunda generación Vuitton
El hijo de Georges, Gastón, trabajó con su padre para aumentar la eficiencia de la empresa. Crearon una agencia de publicidad y una oficina de diseño para hacer bocetos detallados de productos para mostrar a los clientes antes de la fabricación. Cuando Georges Vuitton murió en 1936, las órdenes especiales disminuyeron drásticamente, y las ventas de la compañía dependían más que nunca de sus ofertas de catálogo, que se expandieron para incluir maletas para máquinas de escribir, radios, libros, rifles y botellas de vino.
Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la entrega de productos Vuitton se redujo, los contratos en el extranjero se terminaron, y muchas fábricas y tiendas de la marca tuvieron que cerrar al menos hasta que el conflicto culminó en el cuarenta y cinco. Una historia que poco se cuenta es que, como muchas otras empresas, Louis Vuitton apoyó a los nazis en el período de la República de Vichy. Lo que no aún no se sabe es si lo hicieron por miedo a la expropiación o si, como pasó con Chanel, fue por algún tipo de afinidad ideológica.
En la actualidad, los portavoces de Louis Vuitton no niegan el pasado nazi de la marca, pero también se cuidan en decir que en aquel momento ésta pertenecía a una familia que ya no tiene ninguna participación.
La era de los grandes negocios
Con el éxito de la empresa y la reputación de lujo llegó una vasta ola de productos falsificados de Louis Vuitton. Un año antes de su muerte en 1970, Gaston Vuitton decidió tomar medidas contra los falsificadores abriendo una tienda en Tokio; al ofrecer el producto real de Vuitton en el mercado asiático, esperaba informar mejor a los clientes y desalentar la compra y fabricación de imitaciones. La compañía también emprendió una exitosa campaña publicitaria para combatir el aumento de la falsificación.
Henry Racamier, esposo de la hija de Gaston Vuitton, Odile, asumió la dirección de la empresa en 1977. Racamier había fundado Stinox, una empresa de fabricación de acero, después de la Segunda Guerra Mundial y la había vendido con un enorme beneficio antes de llegar a Louis Vuitton. Gracias a Racamier, las ventas aumentaron en veinte millones dólares para 1977 y en casi mil millones para 1987.
Racamier reconoció que las mayores ganancias provenían del retail (detal) y que para tener éxito a nivel internacional, Louis Vuitton tuvo que expandir su presencia en muchos más países. Como resultado, tiendas Louis Vuitton se abrieron en todo el mundo entre 1977 y 1987, y Asia se convirtió en el principal mercado de exportación de la compañía. Además, se produjo la diversificación de los productos y, en 1984, a instancias del director financiero Joseph Lafont, la compañía vendió acciones al público primera vez en las bolsas de París y Wall Street.
Los años ochenta eran años provechosos para Louis Vuitton, pues el nombre de Vuitton fue promovido prodigiosamente. Comenzó a adquirir empresas con una reputación de alta calidad, intereses de compra en el couturier Givenchy y la casa de champán Veuve Cliquot. La filosofía de toma de posesión de otros consorcios de lujo por parte de Louis Vuitton era cortés y discreta.
En junio de 1987, Racamier firmó una fusión con Moet-Hennessy, un conglomerado con intereses en la producción de champán, coñac, vino y perfume, que le costó cuatro mil millones de dólares. La fusión permitió a Louis Vuitton expandir sus inversiones en el negocio de lujo, aunque se respetó la autonomía de cada empresa sobre su propia dirección y filiales.
Como Moet-Hennessy era tres veces más grande que Louis Vuitton, su presidente, Alain Chevalier, fue nombrado presidente de la nueva compañía holding, Moet-Hennessy Louis Vuitton (LVMH), y Racamier se convirtió en el vicepresidente ejecutivo.
Los desacuerdos masivos y las disputas legales para ver quién tenía la mayor participación dentro del holding empezaron. Racamier se jugó su última carta invitando al joven promotor inmobiliario e ingeniero financiero, Bernard Arnault, a adquirir acciones de la compañía con la esperanza de que le ayudara a consolidar su posición dentro de LVMH.
Pero el tiro le salió por la culata, porque Arnault tenía ambiciones propias y logró hacerse prácticamente con el control de la compañía al comprar cuarenta y cinco por ciento. A esto le siguió una batalla legal de dieciocho meses entre Racamier y Arnault, en la que Racamier no pudo mantener su participación en LVMH contra Arnault, quien tenía además el apoyo de las familias Moet y Hennessy. Los tribunales finalmente favorecieron a Arnault, y Racamier renunció. Arnault eliminó a los altos ejecutivos de Louis Vuitton y lo convirtió en la marca que conocemos ahora.
A principios de los años noventa, Arnault controlaba el imperio de lujo más grande del mundo, con alrededor de cinco mil millones de dólares en ventas mundiales. Sus participaciones se estructuraron como una pirámide de empresas interconectadas por el control del holding LVMH, con un valor de mercado de diez mil millones para 1990.
En la actualidad, Louis Vuitton es considerada la marca de lujo más valiosa del mundo, con un precio de mercado que supera los veintinueve mil millones de dólares.
Logo de Louis Vuitton
No existen muchos detalles informativos acerca del logo de la marca, aunque parece ser que nunca ha cambiado (o al menos no de forma sustancial) desde que fue concebida. La wordmark moderna, por ejemplo, parece estar inspirada en los anuncios impresos que hizo la compañía cuando comenzó a tener expansión internacional, hacia finales del siglo XIX, cuando pasó a manos del hijo de Louis, Georges.
Cuatro años después de la muerte de su padre, Georges presentó un nuevo diseño de lienzo de las maletas para evitar las falsificaciones. En memoria de Louis, el nuevo diseño ofrecía las iniciales “LV” contra un fondo de estrellas y de flores, el cual fue patentado y se convirtió en un éxito inmediato. En la actualidad, estas mismas iniciales se utilizan como el logo de la marca a nivel corporativo y en algunas de sus extensiones comerciales (aunque para estas últimas más se utiliza la wordmark de la que hablamos anteriormente).
Publicidad
Louis Vuitton puesta por la publicidad convencional, el patrocinio de eventos de moda y es el mayor anunciante de periódicos impresos en toda Francia.
Los últimos anuncios publicitarios audiovisuales de la marca, evocan tres cosas: elegancia, aventura y ansías de vivir. También notamos que además de recurrir a sus modelos convencionales, también han contado con el apoyo de celebridades emergentes que son fácilmente reconocidas por quienes están al tanto de la actualidad en el mundo de las artes y los flashes, por lo que podemos pensar que la marca se está dirigiendo a un grupo más joven, actualizado y que desea aprovechar su vida al máximo.
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