[9] Entretenimiento útil

Conoce el caso de Elizabeth Holmes, «la peor emprendedora del mundo»

Imagina que un día llegas a valer 10.000 millones de dólares y de la noche a la mañana terminas en 0. Quizás sea una pesadilla demasiado horrible como para siquiera imaginársela, y menos en el mundo del emprendimiento, porque en él siempre procuramos estar motivados visualizando futuros provechosos. No obstante, estas pesadillas existen y no debemos eludirlas por siempre, pues nos mantienen con los pies en la Tierra y advertidos además de lo que pueda pasar más adelante. Elizabeth Holmes es el vivo ejemplo de lo que estamos diciendo.

Pero, volviendo a la fase del principio, ¿Cómo uno puede llegar a valer tanto y perderlo todo en menos de un año? ¿Realmente es posible eso? La respuesta es sí, y hay un ejemplo vivo: Elizabeth Holmes, hoy considerada como la peor emprendedora de la historia.

Con el propósito de enseñar a nuestros seguidores qué es lo que NO SE DEBE HACER en el mundo de los negocios, hemos analizado quiebras significativas, como la de Kodak y Blockbuster, en su momento grandes empresas que poco a poco se fueron quedando atrás en la carrera de la innovación, enfrascándose en modelos de negocio que con el paso de los años se hicieron menos rentables, hasta que simplemente quedaron hechos cenizas. Pero nunca antes habíamos visto algo similar al caso de Theranos, la empresa de Elizabeth Holmes, que para el año 2015 tenía las mejores perspectivas de crecimiento y, en menos de un año, se convirtió en polvo cósmico, así sin más.

Pero, ¿qué fue lo que sucedió?

Empecemos por el principio…

A finales de 2003, Elizabeth Holmes, una estudiante del segundo año de la Universidad de Stanford, de 19 años de edad, pensó en iniciar una compañía. Había pasado todo el verano trabajando en los laboratorios del Genome Institute de Singapur y, durante la estadía allí, inventó un parche portable que, además de administrar un fármaco contra el virus de SARS, medía variables en la sangre del paciente para ver si las terapias estaban teniendo el efecto deseado y así ajustar la dosis en tanto fuera conveniente. Esto le dio la idea revolucionaria de crear un dispositivo más avanzado que midiese los valores de la sangre en tiempo real.

Al regresar a Estados Unidos, Holmes patentó su invención, comenzó su empresa y, un semestre más tarde, se retiró completamente de los estudios para dedicarse por completo a ella. Le puso el nombre de “Theranos”, una mezcla entre las palabas “Therapy” y “diagnosis”. A partir de 2010, esta empresa saltó a la palestra pública como un ejemplo de gran emprendimiento. De hecho, los inversionistas y los medios exaltaron a Elizabeth Holmes dándole un título muy ostentoso: “La nueva Steve Job”.

¿Qué era (o es) Theranos?

  • ADVERTENCIA: insistiremos en el uso de la palabra “supuesto” en lo que viene a continuación…

La empresa, que para agosto de 2018 estuvo operativa, ejecutó lo que se conoce como un “Laboratorio de alta complejidad” que se basa en un sistema llamado “Edison”. Las pruebas se podían realizar con sólo unas pocas gotas de sangre que caben en un “nanotainer” (pequeño contenedor) de veinticinco a cincuenta microlitros, y se supone que eran ideales para pacientes hospitalizados, víctimas de cáncer, ancianos, niños, obesos, hemofílicos, personas que debían someterse a un régimen de control sanguíneo constante o simplemente para cualquiera con cierta aversión a las extracciones de sangre o a las agujas.

Los resultados también se supone que eran muy rápidos, casi al instante. Pero quizás lo más importante de todo era el costo: mucho menor, casi el 50% menos del precio que costaría una prueba de laboratorio normal y corriente, eso hizo que Theranos fuera popular entre personas sin seguro médico o de bajos recursos en su mayor momento de auge (entre 2010 y 2015). Además, la compañía publicaba sus precios en línea, algo que debería ser aparentemente obvio para los consumidores, pero que se vio como “novedoso” en un mundo que suele ser notoriamente opaco, arbitrario y falso en cuanto a precios, como lo es el mundo de la asistencia sanitaria contemporánea.

Los aparatos que supuestamente utilizaban para analizar las muestras de sangre se veían como cases de PCs de escritorio. Durante muchos años, Elizabeth Holmes se negó a explicar cómo funcionaban y no permitía que fueran fotografiados como “medida de protección de sus secretos comerciales”. Pero más tarde las imágenes de dichos aparatos estuvieron disponibles libremente en la página web de Theranos.

Las críticas hacia esta compañía comenzaron a suscitar del secretismo que mantenían sus ejecutivos en paralelo a su auge, pues se suponía que Theranos estaba usando una “tecnología avanzada” en pruebas que pueden ser de vida o muerte sin antes someterlas a discusiones científicas en las revistas de divulgación. Elizabeth respondía a esto diciendo que las hazañas de su compañía se debían a la optimización de los recursos ya existentes en la química y la informática, que no había nada nuevo.

La mayoría de los laboratorios, como Quest o Laboratory Corporation of America, realizan sus pruebas de rutina con analizadores que compran a fabricantes de dispositivos médicos como Siemens, Olympus, y Beckman Coulter. Antes de poder utilizar dichos dispositivos, estos fabricantes debieron haber obtenido la aprobación de la Food and Drug Administration (FDA), para lo cual tuvieron que pasar por una serie de auditorías, algo por las cual parece que Theranos no pasó. ¿O sí?

Vamos por partes…

Un punto de inflexión en toda esta fantasía biotecnológica llegó en octubre de 2015, cuando el periodista de investigación John Carreyrou, del Wall Street Journal, se hizo eco de todas las críticas que la comunidad científica lanzaba contra Theranos y publicó un artículo que destruyó la credibilidad de la compañía, pues contenía pruebas fehacientes de que la empresa estaba ofreciendo una cartera de test médicos que no le habían sido aprobados por la FDA.

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  • DATO: El periodista John Carreyrou, que ya antes había sido galardonado con el Pulitzer anteriormente en dos ocasiones, recibió el Premio George Polk por esta investigación.

Desde entonces, la Theranos y su fundadora se derrumbaron prácticamente de golpe, enfrentando una serie de desafíos legales y comerciales con las autoridades médicas de los Estados Unidos, sus inversionistas, la Comisión de Bolsa y Valores de los EE.UU. (SEC), los centros de servicios de Medicare y Medicaid (que forman parte del sistema de salud pública estadounidense), procuradores generales, ex-socios comerciales, pacientes, y otros. Es decir, un desastre.

Para junio de 2016, se estimaba que el valor neto personal de Elizabeth había caído de 4.500 millones a prácticamente nada debido a la devolución del dinero recaudado y del pago de compensaciones por daños y perjuicios a los más afectados. Theranos estuvo cerca de la bancarrota hasta que recibió una inversión de 100 millones de dólares por parte de Fortress Investment Group en 2017, algo que la carismática Elizabeth pudo conseguir en medio de todo este lío. Pero a la larga, eso no sería suficiente para mantenerse a flote pues, para 2018, la compañía ya estaba prácticamente en la quiebra y su fundadora se había llevado el título de la “peor emprendedora de la historia”.

¿Cómo Theranos pudo funcionar durante tanto tiempo?

Existen varios puntos que tocar aquí:

  1. La empresa era mitad genuina, mitad estafa: si hubiese sido una estafa en términos absolutos (pues terminó siendo en parte una estafa), no hubiese pasado tanto tiempo desde su inicio, en 2003, hasta su caída, en 2015 (12 años de distancia). De hecho, todas las pruebas indican que Holmes no tenía la intención de estafar a nadie, sino que sobredimensionó con su carisma algo que no era lo suficientemente bueno como para llegar a donde llegó. La tecnología existe, estaban las solicitudes de patentes y las patentes concedidas, y estaban muchos de los permisos que necesitaban para su operatividad. Pero no todo se encontraba al día y eso terminó pasándole factura.
  2. El secretismo: pasar años moviéndose sigilosamente, cuidando que la competencia no sepa ni lo que comes en el almuerzo, y sobre todo en un mundo tan cuestionado como el de la biotecnología, es una estrategia que suele tener sus frutos y eso se puede ver en la gran cantidad de inversiones que recibió Theranos desde sus inicios. Al principio estas inversiones fueron pequeñas, pero luego se dispararon entre 2010 y 2015, período en el que la empresa conquistó su valor máximo de 10.000 millones.
  3. El carisma: desde 2010, Elizabeth Holmes se abocó por crearse un nombre y prestigio en la comunidad empresarial de Silicon Valley con el fin de atraer inversionistas para Theranos. Comenzó a asistir a entrevistas en medios de comunicación e incluso se le invitó a dar una conferencia TED que la catapultó como toda una estrella del emprendimiento tecnológico. Se ganó el apodo de la “nueva Steve Jobs” y comenzó a ser vista como el mejor ejemplo de la mujer emprendedora estadounidense, ergo, contratos multimillonarios para su empresa.

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Más que una estafadora, a Elizabeth Holmes se la considera una negligente, por eso no ha tenido cargos criminales sino cargos civiles con los que, hasta el momento, ha cumplido. De hecho, cuando uno escucha sus declaraciones, se nota que cree en lo que vende, cosa que (bien es cierto) es muy subjetiva, pues pudo haber sido toda una operación de marketing similar a las operaciones que aplican las sectas religiosas (eso no lo sabemos a ciencia cierta y parece haber un consenso en que no fue así, al menos en el caso de Elizabeth).

Pero eso también nos lleva a pensar que parte de todo lo que Theranos llegó a ser ficticiamente no fue sólo culpa de Elizabeth, sino de toda esa grandilocuencia generada por los nombres importantes y las inversiones que se ligaron a ella en su momento de auge. Podríamos llamar a esto como una mini-burbuja, circunscrita a una sola empresa.

¿Qué podemos aprender los emprendedores de este caso en particular?

  1. Mentir es peligroso: Cuando se trata de vender, la manipulación o tergiversación de la verdad suele ser un arma muy utilizada por algunos empresarios. Siempre debemos tener mucho cuidado con cómo denotamos las bondades de nuestro producto, y más cuando la vida de las personas está en juego. Hay una línea delgada entre ser un vendedor astuto y ser un vulgar mentiroso.
  2. El acelerado mundo de las startups milmillonarias tiene su potencial de “caramelo envenenado”: Si alguien dice que tiene un “producto revolucionario” y se ha esforzado lo suficiente como para hacerlo parecer genial, lo más probable es que consiga dinero. Esto pareciera ser imposible, pues estamos hablando de “inversionistas de Silicon Valley”, gente que, según, “cuida su dinero”. Pero, en efecto, es muy posible; hasta en Shark Tank lo hemos visto, decenas de estafas… Bernie Madouf (¿quieren más nombres?). Y es que los inversionistas también son humanos, y condiciones tan fortuitas como las que hay en Silicon Valley exacerban sus errores naturales. De pronto puedes ver cosas como que los Walton (dueños de Walmart) han perdido los 100 millones de dólares que invirtieron en Theranos porque no tenían ni idea de cómo funcionaba una jeringa.
  3. ¿El acelerado mundo de las startups milmillonarias es una burbuja?: a veces resulta aterrador que existan empresas como Theranos, o incluso compañías como Tesla o SpaceX, que aun sin reportar ganancias en los tantos años que tienen de vida, logren seguir recibiendo dinero y acumulando capital de riesgo. Pero como esas empresas, hay cientos (quizás miles) de compañías más pequeñas que, acordes con su tamaño, están recibiendo dinero de forma desproporcionada y luego no lo están pudiendo devolver a sus inversores. ¿Por qué? Quizás se deba a que haya una burbuja, que puede estar circunscrita a Silicon Valley o puede ser internacional, y uno de los efectos más graves de las burbujas es que se generan incentivos perversos en los empresarios que quieren seguir inflando artificialmente el valor de sus activos en tanto sea posible.
  4. El mundo de la biotecnología tiene incentivos aún más perversos: cuando uno ve que el área biotecnológica tiene a referentes tan carismáticos como Monsanto y Theranos, le provoca salir corriendo. Sin embargo, no es por esto que la actividad sea tan cuestionada, sino por el tema de los estudios. Normalmente, un experimento novedoso debe ser sometido a cientos de debates antes de ser aceptado por la comunidad científica, y esto se puede dar en períodos que abarcan incluso décadas (pues hay que repetir los estudios cada cierto tiempo para ver si los resultados se siguen dando como se plantearon al principio). Esperar tanto tiempo para construir un negocio no parece ser buena idea, por eso los empresarios del área biotecnológica suelen saltarse una que otra prueba o uno que otro permiso. Muchas veces se pasa por alto, pero muchas veces no, y es de vital importancia entender esto si nuestros emprendimientos están ligados a esta área de la economía.

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En conclusión, Theranos fue el ejemplo perfecto de que la mentira sistemática y el agrandamiento ficticio conducen al fracaso de forma inminente, y es así como debemos vernos reflejados en el espejo de Elizabeth Holmes (una persona que disfrutó de una vasta fortuna sólo por dos años, pero que terminó siendo desprestigiada para siempre) precisamente para no repetir sus errores.
Referencias:
Foto de cabecera: vía wikipedia.
Xataka | LinkedIn | CNN en Español | Theranos | Wikipedia | Entrepreneur.
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